miércoles, 16 de julio de 2008

Este milagro mío


Este milagro mío de tenerte entre las cejas,
este milagro adentro,
este que habitas toda descalza por mi mente
esto de ser tu casa,
esto de que te traje, te robé, sin que supieras
esto en mi fantasía,
esto de que eres otra
a pesar de ser la misma,
este milagro mío que conozco a la secreta
me hace contarte cosas,… de tu otra.

Sucedemos en binario en este espacio.
Cuerpo tuyo, cuerpo mío, es nuestra Cena.
Alma tuya, alma mía, es nuestra lengua.
Aquí lo que sucede es simultáneo.
Aquí cuando te miro, te humedeces.
Aquí cuando me miras, me crezco y endurezco.
Aquí, de libertad vamos mordiendo.
Aquí, gozarnos es sufrirnos lentamente
porque
no debemos ir a ningún lado,
todo consiste en estar, desnudos, levitando,
en esta comunión
de este milagro mío.

Ojalá no te ladren las leyes secretas
cuando sepas qué hicimos
… cuando sepas de anoche.

Tú me interpretas todo, en arquetipos.
Antes de ti, recuerdo que mis dedos, eran apenas eso.
Pero un día, mi pulgar fue atrapado por tu boca
y le hiciste el amor con lengua y con saliva
y le dijo tu rostro y a mis ojos entornados:
… Fauno, Fauno mío.

Y luego el anular
y luego en leve, mordiendo la palma de mi mano.

Fauno, fauno mío
no tengo boca ahora
ella aprendió el oficio de mi caverna abajo,
ella enseña a tus dedos el Arte de erecciones.

Dedos faunos,
trago sales de tus poros,
mamo todo lo que sudas,
me lo trago,
y me encanta sorprender tus ojos
cuando sientes
que mis labios son un nido de profanos dioses
apretando tres dedos en mi boca
hasta hacerte estallar en ojos blancos.

Y entendí que tú estás en todas partes.

Entendí que hundirse en tu mirada
es penetrar en ti de igual manera
… que tu vientre es tu frente,
que tu pubis también está en la oreja,
que no hay sitio en tu dulce y tibia geografía
donde no pueda nunca entrar como en mi casa.

Entonces deslicé la mano que comiste,
en ruta por la espalda.

Y tú ya lo sabías.

Fuiste gata de bruces y la almohada.
Fuiste que exigías que yo entrara.
entre dos montes de carne y maravilla,
manzanas repetidas donde comienza toda
o se termina toda la senda de tu espalda.

Fauno mío, me dijiste
… bendíceme
… no debe haber lugar donde no puedas
derramar el licor que más me embriaga.

Y entonces, con la misma suavidad
que entró mi mano a ser gozada por tu boca,
me propuse en tu atrás, en levemente,
te levantaste más y te ofreciste.
Mi jugo seminal tocó tus pliegues
y entré como una pluma
a ser comido.

Estuve todo en ti,… y toda me tenías.

Nos pronunciamos frase nunca dichas,
dictadas por los dioses en la sombra de nuestras fantasías.

Y juntos repetimos,
mientras yo era licor en derramado
y tú eras en gata sobre almohada en lo gozoso:
ángel mío,
fauno mío,
carne cruda entre nosotros,
bendito sea Dios,
porque donde entra el amor, nunca es profano.

No hay comentarios: